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lunes, 9 de julio de 2012

Clinton pide a al Asad que abandone Siria |

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Por qué Occidente se resiste a intervenir en Siria

Shashank Joshi
Royal United Services Institute

La historia se repite



Hay ecos de Srebrenica en 1995, cuando los cascos azules de Naciones Unidas sólo pudieron observar impotentes cómo los musulmanes bosnios eran masacrados.
En Siria, a los observadores de Naciones Unidas les fue denegado el acceso a la zona viernes, cuando comenzó el bombardeo sobre la ciudad.
La misión de la ONU tiene un tamaño reducido y escasos recursos. Ante su impotencia para frenar la escalada de la violencia, a los rebeldes sirios no les quedan motivos para interrumpir su propia campaña.
El Ejército Libre Sirio (FSA, por sus siglas en inglés), un grupo con sede en Turquía que ampara a los combatientes rebeldes, declaró que "a menos que el Consejo de Seguridad de la ONU adopte medidas urgentes para la protección de civiles, el plan de Annan se irá al infierno".
En verdad, ni siquiera se sabe si el FSA controla a los combatientes locales. Esto puede conducir a que el conflicto adquiera una velocidad propia, sin importar lo que diga el liderazgo de la oposición.
Hasta ahora, sin embargo, no parece que Hula vaya a cambiar la dinámica del conflicto sirio.

Escepticismo

Primero, cabe recordar que esta masacre será interpretada de forma diferente en distintas partes del mundo.
Muchos países simpatizan con el discurso del gobierno de Bashar al Asad, que dice que la oposición está formada por fundamentalistas sunitas y terroristas.
El general Robert Mood, jefe de la misión de Naciones Unidas en Siria, dijo en primera instancia que las circunstancias de la matanza eran dudosas, aunque más adelante responsabilizó de la acción a las fuerzas gubernamentales.
Así como algunos críticos argumentan que las masacres del año pasado en Libia y de Racak (Kosovo) en 1999 se exageraron o incluso fueron fabricadas, persistirá un escepticismo similar en torno a Hula, aunque se presenten pruebas irrefutables, y esto afectará al modo de actuar del Consejo de Seguridad de la ONU.
Además, el creciente rol de al Qaeda y otros grupos yihadistas similares en Siria en meses recientes se ha convertido en otro freno a la intervención.
Las fuerzas estadounidenses están aterrorizadas ante la idea de que el apoyo a la oposición termine en las manos de la misma gente que organizó los ataques contra las fuerzas occidentales en Irak hace unos años.
Los legisladores también se preocupan por que cualquier soldado occidental que pisara suelo sirio, incluso en una llamada zona segura, sea vulnerable a los bombardeos, como pasó con el ataque contra el cuartel de Beirut (Líbano) de 1983 que acabó con la vida de 241 estadounidenses en servicio.
Pero sobre todo, nadie quiere pelearse con Rusia.
Así, es inconcebible que la OTAN prohíba el envío ruso de armas y ayuda a Damasco, arriesgándose a una escalada de tensión.
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Los diplomáticos estadounidenses esperan convencer ahora a Rusia para que permita la salida de Asad, sin que por ello caiga el régimen sirio ni se vean afectados los intereses rusos.
Este es el mismo esquema que siguieron EE.UU. y Arabia Saudita a principios de año para sacar del poder al presidente de Yemen, Alí Abdulá Saleh.
Pero no parece que esta solución pueda funcionar. El régimen sirio es muy personalista, y probablemente se desharía rápidamente sin Asad y sus consejeros principales.
Además, los rebeldes no aceptarán a estas alturas un acuerdo vil que incluso pueda dejar a los perpetradores de la masacre al frente de las fuerzas de seguridad.
La matanza de Hula es sólo el último, quizá el más grave, de una serie de acontecimientos que convierten al plan de paz para Siria de Kofi Annan en una pantomima.
Si ni siquiera los términos más básicos del plan, un alto el fuego y la retirada de las tropas gubernamentales, no se han podido llevar a cabo, hablar de una transición política negociada es cuanto menos banal.
A corto plazo, Turquía y los países árabes aumentarán probablemente su asistencia material a algunos sectores de la oposición siria.
Si los esfuerzos diplomáticos no resultan fructíferos, los otros "Amigos de Siria", entre ellos EE.UU. y el Reino Unido, podrían hacer lo mismo, al no tener estómago político para una guerra real.
( Extracto del artículo, mas en ) :

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