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miércoles, 30 de mayo de 2012

SOBRE LA REFORMA DEL SISTEMA DE PENSIONES.

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La reflexión que haré en esta entrada sobre la tan cacareada necesidad de la reforma del sistema de pensiones será breve y concisa.
La motivación esgrimida por los partidarios de la misma es puramente demográfica: crece la población pasiva mientras disminuye la activa. Este es un hecho contrastado que no cabe discutir. Pero sí es necesario plantearse su origen.
¿Por qué disminuye la población activa en España?...naturalmente el primer factor es el desequilibrio generado por las políticas natalicias del franquismo. Políticas inspiradas en el integrismo católico dominante en aquellos tiempos. Aquel "babyboom" de los sesenta trajo los lodos que ahora padecemos y es importante tenerlo en cuenta en una época como la actual en la que el integrismo de la superstición semita en varias de sus formas (catolicismo, evangelismo, islamismo) amenazan de nuevo con acabar controlando la sociedad y sus políticas. La superstición semita, nunca me cansaré de repetirlo, es incompatible con la sensatez y la razón, parte de apriorismos absurdos y demenciales y solo conduce al desastre. Tomarla, por lo tanto, como guía de la legislación o la política es una soberana, absoluta y total estupidez. Hay que barrer de los centros decisorios a los cristianos, musulmanes y judíos militantes. Este también es un hecho irrebatible y contrastado (y solo desde el fanatismo religioso puede intentar discutirse con demagogia y mentiras, que son sus armas hasta que pueden recurrir a la represión.)
Una vez establecido que las equivocadas e irresponsables políticas natalicias del franquismo nacional-católico son un factor determinante en la mayor parte de los problemas sociales y económicos que actualmente padecemos, es preciso ahondar en el análisis.
Otro hecho contrastado e indiscutible es que desde 1978 la natalidad ha descendido retrasándose la edad de paternidad, y sobre todo de maternidad, hasta límites casi insostenibles. ¿Cual es el motivo de ello?...si escuchamos a los retrógrados portavoces del siempre latente nacional-catolicismo y a sus adléteres del integrismo cristiano extranjerizante (los emergentes evangelistas que suponen una amenaza de no menor calado que el islamismo radical o el propio integrismo católico) se debe precisamente al abandono de las anquilosadas y contraproducentes estructuras morales que condujeron a la excesiva natalidad de los sesenta. Por supuesto mienten y se equivocan haciéndolo.
La liberación de la mujer de su sometimiento al exiguo papel que le otorga la superstición semita ( simple reproductora supeditada al varón dentro de una estructura social piramidal y enfermizamente patriarcal surgida de la estricta interpretación de textos supuestamente sagrados que apenas transmiten otra verdad que la estulticia de sus autores, que representaban ya en su época el atraso de mentalidades incompatibles con la civilización e ideas propias de la edad del bronce cuando la de hierro estaba dejando paso a nuevas realidades) y el retroceso del malsano concepto de familia emanado de la ideología judeo-cristiana no son factores realmente determinantes en el retraso de la maternidad.
La verdadera causa se encuentra en el sistema económico y social de explotación para beneficio de unos pocos que la oligarquía dirigente ha impuesto al conjunto de la sociedad con la complicidad de la clase política.
Cuando el paro, la temporalidad y la inestabilidad laborales se ceban en los jóvenes, cuando los horarios abusivos y los sueldos pequeños se conjugan con la constante pérdida de derechos y ayudas sociales, cuando un embarazo conlleva de facto un despido y la imposibilidad de conseguir trabajo durante años, cuando los precios son abusivos y suben constantemente en todos los sectores comerciales concebidos como campos especulativos para unos pocos tiburones amparados por el poder político y el ciudadano sufre indefensión constante en cuanto consumidor y productor, cuando se fomenta no solo la especulación sino la inflación sostenida e injustificada que ello conlleva (especialmente en el sector de la vivienda, pero tampoco pueden obviarse otros, como el de la automoción o los servicios básicos indebidamente privatizados)...cuando las cosas son así los jóvenes dificilmente pueden permitirse el lujo de tener hijos y cuando lo logran (si lo logran) es tardíamente y con tantas dificultades para mantenerlos que muy raramente pueden lograr permitirse más de uno.
Ergo la culpa de la situación demográfica que justifica la reforma de las pensiones es del sistema mismo. Una nociva consecuencia más de la perjudicial estructura social, económica y política que padece España. Pero claro, como de costumbre, la solución propuesta por los políticos consiste en preservar dicha estructura obsoleta e insostenible y cargar el peso del desequilibrio sobre los débiles, sobre el ciudadano de a pie.
El problema que conduce a esa draconiana reforma de las pensiones que nos van a imponer por la fuerza y de modo tiránico (en este caso el gobierno de Zapatero, pero sabemos que las siglas son indiferentes en esta supuesta democracia que padecemos y en la que todos los partidos sirven al mismo amo) sería innecesaria si se reformara el viciado y perjudicial sistema impuesto por la oligarquía dominante que debe ver quebrada su cerviz para la salud nacional. En lugar de eso se mantienen las cosas como están y seremos el grueso de los ciudadanos quienes paguemos los excesos especulativos y el constante enriquecimiento de los que ya son ricos. Como de costumbre.
A eso lo llaman democracia.
Nota.- La fotografía es de Mike Baird.

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